Para muchos el confinamiento está sirviendo para retomar amistades a través de videoconferencias, pasar más tiempo con la familia o charlar por primera vez con algún vecino desde balcón. También hay quién ha aprovechado para recuperar aficiones, limpiar armarios y cajones e incluso ordenar aquella vieja caja de zapatos que contiene los recuerdos de algún tiempo pasado. Por eso y porque por primera vez el Dos de Mayo no será el segundo mejor puente del año, el Madrid acelerado y tumultuoso quizás hoy necesite más que nunca detenerse, apartar por un día toda esa capa de centralidad, sobreexposición mediática y sobriedad institucional, y buscar su razón de ser.
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